Equinoccio

Para engañarnos a nosotros mismos es que hemos cubierto

de amapolas nuestra reja

para sobrevivir al seco y frio invierno de nuestra infancia

quiénes fuimos para sobrevivir con tanta osadía sin un corazón

sin un hígado

sin un himen

El engaño, el profundo estoque de la dicha en las caras

de los otros

un enorme enjambre de moscas eviscerando dulcemente

y sobre las cabezas de las niñas, coronas de rosas y brebajes a base de

esputos y agua de Jazmín

Para qué engañarnos, si hemos repetido la historia,

y la historia se repetirá sin dejarnos respirar

hasta que se nos inflamen los bronquios esperando el aire

fresco

            el tenaz paso de la esperanza por nuestras gargantas

y no la vil y pegajosa hebra de la carne

erosionando los recuerdos