Lewis Shawcross: Come and bite me

Nunca he sido suficientemente “Groupie” de alguien; de hecho, creo que han sido muy pocas veces en las que me he relacionado de forma directa o intensa con algún personaje público, ya sea cantante, actor, en fin. No siento que haya encontrado una conexión potente, porque lo mío es la música, las sensaciones que provocan las fotografías en un buen filme; no me conecto necesariamente con el director o el cantante, si no con su obra. He tenido suficiente de personajes pretenciosos o que explotan por famas efímeras y efervescentes, pero les cuento un secreto, hace un mes más o menos creo que perdí un poco la cabeza.
Estos dos últimos años han sido intensos, quizá sean los últimos 20 años de mi vida o más, pero eso sería ir muy atrás. Este año comenzó con la misma sensación que terminó el 2020: inquietud, ambigüedad, miedo quizá de que todo se fuera a la mierda de una vez por todas. Un día, como cualquier otro, mientras veía mierdas random en Youtube, (muy recurrente durante el encierro de muchos) me topé con este sujeto, ya saben, con ese acento british que tanto me encanta escuchar, hablando sobre “Los Prisioneros”; si po, esos mismos que uno viene escuchando desde que tiene memoria y que jamás, por nada del mundo te dejan de gustar. Yo diría que al ponerle oreja, ahora que estoy más madura, (eeeellllaaa) tienen un significado muy, pero muy distinto a cuando escuchaba esas mismas canciones de cabra chica.
Lewis Shawcross, sí, el tío Lucho, “what a character” encontré en la plataforma más manoseada y sobreexplotada de la web. Acá yo me defiendo; no sé si hace unos 5 años hubiese enganchado con ese tipo de contenido, porque la vida es tan extraña que hace 5 años no era capaz de disfrutar cosas simples y divertidas como ahora y porque mi inglés era más básico que la chucha y ahora, después de un par de años de mierda me encuentro con un hueón (sorry tío, puro love) del otro lado del mundo bailando con “Proyecto 1” y me acuerdo que cuando era chica sonaban a todo chancho en las fiestas a las que uno iba. Vuelvo a la nostalgia de la vida simple reencontrándome con “Amar Azul”, Rafaga, Sandy Y Papo, que son weás de mi infancia y adolescencia que ahora parecen tan lejanas y entrañables en perspectiva. Definitivamente es una mezcla de sensaciones inquietantes encontrarse con una persona que no tiene absolutamente nada que ver con nuestra cultura, con nuestras raíces tan pisotedas y a maltraer y que sea capaz de refrescar un montón de recuerdos empolvados sobre épocas a las que una sólo vuelve con esa música, y al mismo tiempo encontrar eso tan adorable y mágico. No es posible que una sea capaz de evitar sentir un afecto profundo y tierno por alguien así.
Debo confesar que me volví adicta a sus reacciones de Antonio Ríos, Juan Gabriel, Luis Miguel, y un montón de cantantes latinos que, por cierto, están lejos de ser mi background musical, pero están ahí, en una playlist infaltable en la memoria, porque puta, crecí escuchando esos sonidos mientras mi mamá hacía el aseo. Y si, me volví adicta, porque una parte de mí se volvía niña y saltaba de emoción al ver que esos sonidos, tan conocidos y casi tatuados en mi memoria, le hacían sentido a una persona a tantos kilómetros de mi casa y mis recuerdos. Y si, pagué el Patreon ctm, porque weá mía si me quiero conectar en un en vivo de insta y ver como le brillan los ojos cuando cuenta que anda de turista en México, y ver la fascinación por una cultura que es tan hermosa, pero pisoteada y menospreciada en algunos casos.
Así que, para terminar, tengo que confesar que me he vuelto un poco “Groupie” del tío Lucho y fanática de sus pasos prohibidos y carisma, y ahora que volvemos a cuarentena será mi panorama ideal sentarme frente al pc y verlo reaccionar a la mierda que sea mientras me bajo una cerveza.
Fin del comunicado.
Anna
🙂 te comprendo perfectamente. Ojalá pudiese pagarme esa membresía específica en Patreon.
Mae keller
Es toda una experiencia. 🙂